|
|
|
|
Pájaros intrusos Entré a tu dormitorio sin tu permiso. Debió ser porque no te lo pedí. Te mentiría si te dijera que me fue difícil llegar, a pesar que tuve que atravesar una ciudad que no conocía, un país que no conocía. Lo realmente difícil vino después, cuando debí aguantar y quedarme ahí en tu alcoba, arrinconado, como un nudo de nervios bañados en acero, inquebrantables. Tu dormitorio pudo dejarme paralizado, traumado quizás, pero mirando objetivamente, era bastante agradable. Era TU dormitorio, y eso a mi me bastaba. Entré a la hora en que, según supuse, podría encontrarte, escabulléndome entre escaleras, arrancando del temor de haber ido tan lejos. A esa hora mis ojos no daban más de sueño, tanto, que ni siquiera pude mirarte, decidí hacerlo en cuanto amaneciera. Entonces caí dormido en ese lugar de tu pieza que tu ya no visitabas, porque ese ego al que yo alimenté hizo que no necesitaras de su refugio. Entre mis alicaídas pestañas, vi los chispeantes retazos del alba. Detrás de tu cama, la ventana mostraba el jardín dejándose querer por el rocío de las 6:30 AM. Las blancas paredes redoblaban la energía del sol radiante de aquel día. Empezaron a cantar esos pájaros intrusos, que anaranjaron la mañana hasta lograr despertarte, y entrar en esa sonrisa con la que caíste el día anterior. Gesticulaste, hiciste algunas muecas antes de abrir los ojos, como para darme a entender que habías soñado con esas palabras que yo no pude entender, las mismas palabras que hicieron estallar nuestros ojos, que nos hicieron mandarnos a la mierda mutuamente. Es que en realidad no teníamos ningún compromiso, ¿cierto?... Niñita buena, sabes que si lo había, un compromiso de ojos, nada del mundo real. Un compromiso que nos lleva años de ventaja, cuatro para mí, cinco para ti. No sé como pude creerle a tus ojos, pero lo peor es que siento que todavía podría volver a creerles cien veces más. Las miradas a contraluz y esa sonrisa, maravillada de estar en ese dormitorio blanco cubierto de la alfombra de hojas que recogiste en otoño, las fotos del olvido, la brisa mágica que emanaba desde las techumbres, me hicieron abrir los labios sedientos de ternura y desgarbar aún más mi apariencia. Y, mientras, tú, seguías absorta, sonriendo y mirando fijo. No mirabas a otro punto porque no veías a este flaco sobre el que dejaste caer un único beso, una gota de ternura dosificada que cayó sobre mi boca y que cuando la abrí y quise saborearla, me hundió sin contemplaciones, arrasando con mi crédula ingenuidad. ¡Qué sabes tú de contemplaciones, si sólo esa noche se te escapó un rayo! Uno solo, chispeante, con el que sepultaste al valiente caudillo que solía ser. Y seguías igual. Esa sonrisa te hacía parecer una máquina demoledora manejada por un pendejo caprichoso que quiere romper la ciudad y reconstruirla a su antojo, que quiere romper los terminales donde nos mirábamos, porque aunque tú ahora fueras a las playas asesinas, sabías que yo todavía paraba ahí. Pero era hora de destruir esa sonrisa, a lo mejor era hora de renovarla, de quitarle algunos de esos aires que la llenaban de extraños temperamentos. Entonces me levanté, y como una araña ofendida y golpeada, irguiéndose después de haber sido estampada en el suelo, opacada ante el velo de tus ojos; me levanté, justo la voz dueña de ti gritó: "¡....!" Debías ir, era tarde. Y ahí no importaba ni mi hambre ni mi sueño. Tus ojos, tus sienes, seguían igual. Tu respuesta fue....El portazo que diste quebró el espejo sobre mi cabeza. Debió ser porque no servía. Debió ser porque de ahí no saldrías. |
ANTERIORES EL COLUMPIO BAJO EL TECHO Nicolás Gutierrez Obreque EL TIEMPO ES IMPLACABLE... Luis Velazquez EL ANCIANO Y EL NIÑO DE CHILOÉ Camilo Chacón Sartori LA ISLA DESCONOCIDA Camilo Chacón Sartori LA VIDA ES PURO RUIDO ENTRE DOS INSONDALES SILENCIOS Lua Grimalt UN CUENTO CON ALAS Constanza Gutierrez PASA EN UN TREN Draco Maturana ECLIPSE DE UN NIÑO Constanza Gutierrez ECLIPSE DE UN NIÑO (2) Constanza Gutierrez UN PERRO LADRANDOLES A LAS PAREDES Nicolás Gutierrez EL OTRO ES TU HERMANO... Draco Maturana BORDE DE RIO Draco Maturana COMO CONOCI AL ABUELO Constanza Gutierrez O. EL ASALTO Draco Maturana EL HOMBRE QUE QUERIA VOLAR Draco Maturana PAJAROS INTRUSOS Nicolás Gutierrez Obreque NAVIDAD EN LA ISLA Draco Maturana |
|
|