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Hace un tiempo envió un poema por la "magia" del correo electrónico a uno de sus vecinos.
TARDE DE VIERES SANTO EN HAVERTOWN, PENNSYLVANIA
A Ernesto Cardenal
Y a ese muchacho que fui hace un par de décadas.
Oigo pasar el viernes Santo en el patio de mi casa
Pasan grandes aviones comerciales trazando una magnífica estela
Que las nubes blanquisimas apenas dejan ver a medias
El viento de abril pasa como una caricia en Viernes Santo
Inundando el patio de mi casa en Havertown, Pennsylvania
Con la música de unos tubos de aluminio
Que cuelgan en la pared trasera del comedor
Mi perro escucha el trino de las aves
¿Ni Betethoven ni Mozart?- parece decirme
¿No cambiaría el trino de estos pájaros ni por la Orquesta Filarmónica de
Philadelphia
En ss mejores noches?-- creo que es lo que piensa
Pasan los pájaros sobre mi triángulo de cielo pagado mensulamente por
Treinta
Años
Igual que los aviones que van o vienen de Nueva York o Washington D.C.
El hijo de don Custodio y de doña Clorinda, que vivían en la calle O'Higgins 756, allí donde había un almacén con olor a café de grano recién molido, a galletas a granel y el sonido casi mudo del aceite de tambor; ha vuelto a dar que hablar.
Este basquetbolista con voz profunda, profesor de una marcada generación, vino más calvo, con más historia; el mismo que ganó el Premio Pablo Neruda; el que se fue a Estados Unidos. Este hombre que va y viene, y que en cada ida y venida deja sabor a cosmopolita y también a nostalgia, por sus tertulias en AUMEN, o ese almacén a tiempos pasados.
Carlos Alberto trujillo, el poeta, el basquetbolista, el doctor en Filosofía, el profesor. El mismo que escribe..."Siempre escucho algo nuevo en las palabras"...
Gladys Aguilar S.
periodista
email: gladysa@telsur.cl
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